Libros
En esta sección encontrarás una reseña acerca de cada uno de los libros que he publicado y un enlace para su descarga gratuita.
Confidencia: Cantos de dolor y de muerte
Evolución y Tensiones de las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox
Esta manifestación cultural fue descrita por Francisco Suárez Pineda en 1962 “La celebración de procesiones constituye en todo el territorio de Colombia lo eminentemente popular, típico y común de la Semana Santa; en ellas hay, además, modalidades especiales determinadas por circunstancias de clima, sustrato étnico y medios de vida regional, etc.” (Suarez, 1962). Hacemos énfasis en esta descripción pues constituye un intento de descripción desde lo cultural de las características que una celebración de Semana Santa posee para la identidad de los territorios en los que se desarrolla, ya que este tipo de celebraciones agrupan una serie de elementos que son resultado de importantes procesos sociales que han sido recreados año tras año en las ciudades y pueblos.
La celebración de la Semana Santa es una importante fuente de elementos culturales que enseñan desde la historia la importancia de poblaciones en el territorio y como a través de ella se reivindican legados generacionales que muchas veces son asociados a la colonia como si estos permanecieran incólumes desde su aparición, pero que han sido apropiados desde ese colonial origen a diversas formas que constituyen hoy día una herencia variada. Germán Ferro Medina señala que:
...la Semana Santa, como toda fiesta, es una ruptura con lo cotidiano para entrar en un espacio y tiempo sagrado. Un tiempo- espacio dramático e intenso de ocho días que van desde el domingo de ramos hasta el domingo de resurrección. la Semana Santa, en mayor grado con respecto a otras fiestas, es un tiempo-escenario profundamente dramatúrgico. La celebración y puesta en escena –en muchos lugares en vivo– de los acontecimientos que rodearon los últimos días de la vida de Jesús, su pasión, muerte y resurrección, le dan a la Semana Santa un carácter dramático, esto es, la experiencia de vivir la actualización de un relato por medio de un ritual, con el sentido profundo de una tragedia griega. Todos conocemos el final, reconocemos el tema y el conflicto principal, los momentos más intensos, sabemos quiénes son los principales protagonistas, pero lo importante es el modo como se representa o interpreta simbólicamente, la manera en que la comunidad participa, convirtiéndose así en un lugar privilegiado de la representación social y cultural de un grupo social. (Ferro, 2011).
Sobre la larga duración y la consolidación de estas tradiciones en el territorio nacional Arcila (2017) señala que por espacio de tres centurias comprendidas entre las fundaciones de las ciudades en el siglo XVI, y la organización social, comercial marítima y de poderes en el siglo XVII y XVIII posibilitaron la aparición en los oficios alternos a la liturgia, la participación de familias, hacendados y personas acaudaladas en la adquisición de imágenes de diversa índole y en algunos casos la organización de cofradías y hermandades que sostenían, costeaban y organizaban las funciones externas en las ciudades, que no es otra cosa que lo que hoy se aprecia en los diferentes lugares que preservan esa memoria a través de un sistema similar con custodios, mayordomos y las diferentes denominaciones de personas que organizan estos actos.
Por ello la celebración de la Semana Santa reviste un corte popular en que la religiosidad ocupa el espacio central en el imaginario colectivo y la música cobra protagonismo fundamental en su desarrollo al ser un poderoso canal que congrega a la comunidad y evoca sentimientos.
De manera específica en la región de la Depresión Momposina se desarrollan alrededor del epicentro cultural, económico y político de la población de Santa Cruz de Mompox procesos de aculturación como el que ocurre en Guamal, en la otra orilla del río donde la Semana Santa es un importante referente de identidad, surgida de la forma celebrativa de Mompox, pero que ha ido adquiriendo sus características diferenciadoras y sus puntos de convergencia, que en esta obra son estudiados desde lo musical, donde los procesos formativos de bandas de viento, la presencia de maestros e intérpretes han generado dinámicas que son contadas desde el punto de vista histórico en esta obra.
Así, este trabajo se presenta como una respuesta a esas dinámicas que como el mismo rio fluyen y comunican con sus aguas un mensaje expresado en notas musicales que han viajado en las últimas dos centurias entre estas poblaciones que ven en la Semana Santa una manifestación de su identidad cultural.
La Cumbia en Guamal, Magdalena
Esta obra expande la inmersión realizada por los hermanos Ramírez Lascarro en el universo cultural de la cumbia guamalera para sustentar la necesidad de generar un régimen especial de salvaguardia para la cumbia como expresión fundamental de la riqueza y creatividad cultural sobre la cual se edifica la identidad cultural colombiana, ofreciendo una narración cautivante llena de personalidades vivas, desmitificaciones, nuevas perspectivas en debates sobre la cumbia y el redescubrimiento de auténticas joyas de la cultura musical y el patrimonio cultural inmaterial de Colombia, algunas de ellas endémicas de Guamal. Toda esta narrativa se edifica sobre los sólidos cimientos de un ejercicio profundo de observación, revisión de fuentes primarias y secundarias e inmersión etnográfica en el contexto de la cumbia de Guamal, que seguramente permitirán que esta obra se posicione como referencia obligatoria en los estudios de musicología asociados a la cumbia colombiana.
Uno de los principales puntos de interés de este trabajo se centra en la capacidad de los autores de argumentar sólidamente cuales fueron algunas de las dinámicas históricas y sociales que llevaron a la configuración de una forma propia de comprender y vivir la cumbia en Guamal. Asimismo, los autores desarrollan una deconstrucción decisiva de múltiples mitos, suposiciones y malentendidos sobre la cumbia que por varios años han plagado el estudio de esta expresión cultural. En el hilo conductor del texto logran contextualizar el territorio de Guamal en medio de una historia más amplia, en la que se imbrican relaciones políticas, sociales y económicas, y fenómenos de carácter regional, haciendo que la obra resalte no sólo como una historia cultural de la cumbia, sino la historia en si misma contada a través de la cumbia.
El texto concentra su análisis en desarrollar los distintos significados que los guamaleros le otorgan a la cumbia, como una práctica social, como un género musical específico que se interpreta en el espacio de la cumbia (sin ser el más predominante en las cumbias de Guamal) y como expresión dancística. La diversidad de fuentes exploradas por los autores y su predilección por darles voz a los protagonistas mismos de la cumbia de Guamal, conducen a descubrimientos sobre la creatividad colectiva de este municipio como territorio tejido a través de una densa red de significados y símbolos culturales. Quizás esta sea una de las claves para el lector al navegar el texto: la reconstrucción de historias de vida de quiénes construyeron el legado de la cumbia en Guamal, Magdalena, transformando la vida cultural para siempre de este municipio y, así, contribuyeron a que Colombia en el presente sea uno de los países musicalmente más diversos del planeta.
Esta obra se posiciona como un ejercicio profundo de documentación del patrimonio cultural inmaterial asociado a la cumbia en Guamal, Magdalena, dado que organiza y contextualiza un archivo importante de consulta sobre esta manifestación de la identidad cultural del Caribe colombiano. Por ende, se invita a los lectores a hacer uso de todas las herramientas que el texto facilita para ir más allá del texto y poder sentir el contexto cultural de la cumbia de Guamal y del Caribe colombiano más ampliamente.
Semana Santa en Guamal, Magdalena. Una reseña histórica
Entre estas fiestas populares tradicionales reviste gran importancia la celebración de la Semana Santa, durante la cual se recrea la pasión, muerte y resurrección de Cristo, mediante un conjunto de prácticas sociales y culturales en el cual convergen eventos religiosos colectivos, litúrgicos y paralitúrgicos.
La Semana Santa es celebrada en distintas regiones de Colombia, integrando a las expresiones de fe propias de la liturgia católica una serie de elementos de la religiosidad popular - los cuales en ocasiones son objeto de gran estima y en otras de fuerte rechazo -, dotando a la manifestación de rasgos y formas determinadas por las circunstancias históricas, sociales, culturales, ambientales, etc., propias de cada región o subregión del país, las cuales, a su vez, definen aspectos constitutivos de la identidad cultural de la comunidad que celebra, reafirmada en las diferencias con las otras comunidades.
Si bien la Semana Santa tiene su origen, importancia y protagonismo en el catolicismo, dado que en ella se realiza la representación de una narrativa sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, no es menos cierto que contiene “una tradición histórica y cultural, alimentada, transformada y enriquecida en el tiempo por innumerables pueblos, que en América hispánica y católica hunde sus raíces desde el temprano siglo XVI” (Ferro, 2011, p. 229), lo cual ha permitido a esta fiesta popular tradicional convertirse en integradora del patrimonio cultural inmaterial de la nación y la humanidad.
En el caribe colombiano destacan las celebraciones de Santiago de Tolú y Ciénaga de Oro –incluida en la LRPCI del ámbito nacional en el 2020 – y Sabanalarga – declarada Patrimonio de la Nación mediante la Ley 2304 de julio de 2023 -, en las sabanas del viejo Bolívar; Valencia de Jesús y San Diego de las flores, en el Valle de Upar; y en el Bajo Magdalena las de Tenerife, Guamal – ambas en proceso de inclusión en la LRPCI del departamento del Magdalena - y Mompox, de gran relevancia nacional e internacional, particularmente por todos los elementos propios de su cultura, desarrollados en el segundo de los tres niveles dramatúrgicos en los cuales se ha expresado la celebración de la Semana Santa: las formas devocionales o paralitúrgicas, en las cuales juegan un papel relevante las procesiones con toda la libertad creativa que les permite el no estar sujetas a las prescripciones de los libros ceremoniales (Bernardi, 1991, p. 82).
Esta reseña histórica propuesta por Ávila y Ramírez se constituye en el primer trabajo monográfico sobre la Semana Santa en Guamal, Magdalena, y, a la vez, en una inmersión en el universo cultural de esta manifestación como ejercicio de fundamentación de la necesidad de salvaguardar para las generaciones futuras la riqueza cultural y espiritual que le caracteriza, conectándola con la gran tradición semanasantera de la región y el país.
Para conocer de esta tradición cultural religiosa, presione aquí.
El acordeón de Juancho y otros cuentos
La búsqueda de la
levedad como reacción al peso del vivir es una de las prioridades de la
ficción, como bien lo manifestara Ítalo Calvino. Es así como en el cuento las
palabras, manifestaciones sólidas y etéreas, ambivalente y constantes, son el
recurso del creador para aferrarse al mundo con el fin de no desfallecer ante
la sobredosis cotidiana de realidad. La irrealidad se torna así en un universo
paralelo que, en un giro paradójico, se convierte en el lazo que le permite al
autor atarse al mundo. No es escapismo, es la artimaña válida para reconocer y
reconocerse en el mundo.
No hay en El acordeón de Juancho y otros cuentos
una carrera hacia lo extraño y monstruoso, es innecesaria, porque lo monstruoso
habita en la misma realidad narrada, una especie de anormalidad cotidiana que
se convierte en costumbre y Luis Carlos Ramírez Lascarro ha sabido convertirla
en una estética del vaciamiento, una voluntad de significar aquello que se ha
desgastado por ser visto como rutinario, de descubrir con otros ojos el horror
que habita en nosotros y entre nosotros.
Con una prosa que
rememora lo caribeño, ese extraño espacio espiritual que tanta tinta ha costado
estudiarlo y que tanto desconocemos de igual manera, el autor no pretende mostrar
algo oculto a los ojos del lector. De hecho, en sus cuentos escasean los trucos
narrativos que tanto gustan a algunos prestidigitadores del género, en ese
sentido los relatos obedecen al orden clásico. No hay juegos experimentales en
la mayoría de los diez cuentos que componen este volumen. Pero sí hay otras
realidades expuestas de manera original: el truco es la realidad misma que se
oculta cada día; pero que está allí, afuera, esperándonos para desnudar la
impudicia de nuestro olvido del mundo que nos tocó en suerte.
Acá cabe resaltar la
fuerza y valentía de quien escribe, porque en medio de una guerra interminable,
que apenas ha dado cortos espacios para obliterar el ahogamiento, irrumpen de
manera armónica situaciones que deseamos evadir. La evasión acá no es la literatura,
es la realidad misma: las desapariciones, el desterramiento, los homicidios y
tantas otras situaciones que son parte de habitus instaurado como normalidad. Acá,
en estas páginas, no hay resignación, tampoco olvido. Cada párrafo esculpe un
altar para que la desmemoria no se convierta en ese inquilino indeseado que
aceptamos a pesar del daño que nos causa.
Quien escribe estos
cuentos es, en esencia, un poeta, por eso mismo el lenguaje, la precisión en el
uso del mismo, son la mayor herramienta, sin necesidades de mayores artificios
y pirotecnias narrativas que impresionen de manera evanescente al lector. La
fugacidad del instante se convierte, así, en la experiencia vivida y narrada en
la voz de Luis Carlos Ramírez Lascarro, un autor que gasta sus palabras en las
calles bajó el tórrido sol caribeño que abrasa sus ideas para luego darles
forma en la noche, durante el descanso doméstico que permite abrir paso a estas
y otras creaciones.
Bienvenidos a estos relatos que nos ofrecen experiencias del mundo de afuera y el mundo de adentro, esa confluencia torrentosa donde afloran las creaciones más majestuosas de lo humano. Descargue el libro aquí.
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