Los Pocabuyes ¿Un pueblo Chimila o Malibú?

Luis Carlos Ramírez Lascarro 
Historiador y Gestor patrimonial 
Universidad del Magdalena 
lcramirez@unimagdalena.edu.co

Citese como: Ramírez Lascarro, Luis (2022): "Los Pocabuyes: ¿un pueblo Chimila o Malibú?" Publicado en: El Robavion. Disponible en: https://sonpochiguas.blogspot.com/2025/02/los-pocabuyes-un-pueblo-chimila-o-malibu.html 

 Resumen

El libro El país de Pocabuy (Rangel, 1947) es la principal fuente de información que ha existido acerca de los primeros pobladores del territorio cercano a la ciénaga de Zapatosa y la confluencia de los ríos Cesar y Magdalena, al sur del departamento del Magdalena y centro del Cesar. Estudiando esta y otras fuentes, coloniales y contemporáneas, se encuentran, sin embargo, una serie de vacíos acerca de esos pobladores primitivos y el proceso de colonización y poblamiento de estos municipios, particularmente en torno al nombre del grupo indígena al que pertenecían quienes poblaban estas tierras, la filiación o pertenencia de este grupo local o subregional a uno de mayor tamaño o presencia territorial y el nombre del cacique y del pueblo o pueblos que estos señoreaban, así como su ubicación precisa.

En este artículo se revisan las distintas formas de nombrar a los Pocabuyes, a partir de las cronistas de Indias; la ubicación de la barranca del cacique Melambo, sitio mítico de la fundación del actual Guamal; y el grupo étnico al que pertenecían los pobladores de esta porción del territorio del caribe colombiano.

Palabras clave: Pocabuy, Chimila, Malibú, Guamal, Melambo. 

El problema del nombre pocabuy

Mapa 1: País de los Malibú y los Mocaná. Tomado de: Les indiens Malibú. Journal de la societé des Americanistes.


A partir del libro El país de Pocabuy (Rangel, 1947) se empezó a llamar de esa manera al pueblo que ocupaba el territorio de los actuales municipios de: El Banco, El Peñón, Guamal, San Sebastián, Chimichagua y Tamalameque, principalmente. Nombre aborigen que significa “Laguna” (Rangel, 1947, p. 37). En el libro Melambo: tradiciones e historias de Guamal (Pupo, 2018) se introduce el término Pacabuy a partir de documentos antiguos consultados, ya que el autor asegura1 no haber encontrado el término Pocabuy fuera del libro de Rangel Pava, lo cual motivó a una búsqueda que arrojó lo siguientes resultados:

En Les indiens Malibú Rivet (1947) anota que los indios de la ciénaga de Zapatosa tenían otro nombre: los Pacabuey, lo que puede observarse también en el Mapa 1, a pesar de que los españoles normalmente llamaban a los indios de las lagunas y de los ríos como Malibú y eran los mismos que se habían descrito en la Historia de la Provincia de Santa Marta y Nuevo reino de Granada (Aguado, 1916). En esta se habla de la provincia de los Pacabueyes en varias ocasiones. En la primera se dice: “Con esta buena fortuna llegó el gobernador Vadillo al Valle de Upar, y a la provincia de los Pacabueyes” (p. 141). Luego se comenta “Habiendo, pues, con esta buena fortuna corrido el gobernador Vadillo y su gente toda la provincia del Valle de Upar y los Pacabueyes” (p. 142). Posteriormente se dice que “Este gobernador Vadillo, fue el segundo que con gente entro en el Valle de Hupar y provincia de Pacabueyes y Rio de la Hacha y Ramada” (p. 144). Más adelante, vuelve Aguado a referirse a esta así: “…y lo metieron en las poblaciones de Tamalameque y provincias de Pacabueyes…” (p. 256). En la misma página, asegura: “En esta provincia de Pacabuey, es la más señalada población la del señor y principal Tamalameque…” (p. 256). Y culmina sus referencias comentando sobre Alfinger y sus desafueros, quien: “arrepintiéndose de ello, se volvió a las provincias de Pacabueyes y Valle de Upar” (p. 482).

En las Elegías de varones ilustres de indias, Castellanos emplea esta misma denominación en tres ocasiones. La primera se encuentra en la Parte II, Elegía I, Canto III:

“Las de Guataporí y Garupare,
Pasando muchos indios á cuchillo,
Y los de Pacabueyes anihila,
los de gente blanca y de Chimila”
(Castellanos, 1847, p. 204).

Se puede volver a encontrar alusión a los indios de esta región en la Parte II, Historia de Santa Marta, canto II:

“Prosiguen adelante por la tierra
Hasta venir á dar á Pacabueyes,
Donde hallaron pueblos prepotentes,
Hombres desnudos, pero ricas gentes”
(Castellanos, 1847, p. 266).

Y, finalmente, es nombrada la comarca de los Pacabueyes en la Parte II, Historia de Santa Marta, canto IV:

“Llegan á Pacabuey, gente desnuda,
Aunque provincia rica y abundante;
Caminan hasta ver playa y arena
Del rio grande de la Magdalena”
(Castellanos, 1847, p. 284).

El capítulo II del libro XXV de la Historia general y Natural de las indias: Islas y tierra firme del mar océano de Fernández (1855) se titula: “Del valle de los Pacabuyes y su provincia, y otras particularidades concernientes a la historia, y del oro que envió el gobernador con el capitán Vascuña a la ciudad de Coro, donde nunca llegó” (p. 273). Este título confirma el término introducido por Pedrozo, el cual aparece empleado en seis ocasiones en esta obra y es usado en cuatro ocasiones en la Enciclopedia de Venezuela, Vol. 1 (Morán, 1975).

Mapa 2: Grupos indígenas de la gobernación de Santa Marta: 1530 – 1580. Tomado de: Ooyoriyasa, Cosmología e interpretación onírica entre los Ette del norte de Colombia.


En la Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela, Parte I Libro I Capítulo VI, Oviedo (1824) anota: “siguiendo las corrientes del rio Cesare, llegó Alfinger a las provincias de los Pocabuces y Alcojolados” (p. 36). De esta manera se introduce otra variante más en el entramado, dificultando más el establecimiento del término más adecuado o preciso para llamar a esta región y sus moradores primigenios. Esta misma palabra es empleada en La perla de América cuando Julián (1787) dice, al referirse a las andanzas de Alfinger en la región: “llegó á las provincias de los Pocabuces y Alcoholados, haciendo los mismos estragos” (p. 90). Y al enumerar las gentes y naciones que poblaban la provincia a la llegada de los españoles: “…los Pocabuces, los Alcoholados, los Tamalameques, los Cipuazas, los Aruacos, y los Taironas” (p. 103). 

En las Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias occidentales Simón (1891) introduce una quinta forma del etnónimo, así: “… y lo metieron en las poblaciones grandes de la misma Provincia de Tamalameque, en la de los Pacabuayes que confinan y son semejantes en los países” (p. 69). Además, brinda una confirmación, aunque no se use exactamente el mismo vocablo, para la traducción del término Pocabuy como Laguna, que presentó Rangel, al describirse la entrada de los soldados de Quesada a Tamalameque: “La isla que se hace en estas lagunas que llaman los indios Parabuy, aunque por una parte la cercan aguas rebalsadas que hacen laguna, y por otra las corrientes del río de Cesare” (p. 70).

Rangel cita a Aguado y Fernández de Oviedo en su libro, transcribiendo las formas usadas por estos e incluyendo la que se ha hecho popular, por lo cual no se puede decir que desconociera que a la provincia se le llamara de forma distinta a la que él introdujo y no brinda una explicación para su decisión de llamar Pocabuy a la provincia, conociendo los nombres usados por estos cronistas con anterioridad. Esta, sin embargo, se puede respaldar citando la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano en cuya Tabla general de las cosas notables Herrera (1730) cita dos veces a los Pocabuyes, así: “indios, domésticos de buenos pueblos y mucho oro, llega Alfinger a su tierra. IV.135.2” (p. 94). En segunda instancia anota: “vuelve a entrar por la tierra de los Pocabuyes y envía a Coro más gente IV.135.2 halla buena tierra y no quiere poblar y por la Culata se vuelve a Coro” (p. 94). 

No se puede asegurar que Rangel conociera este documento, pero es muy probable, dado que, en la bibliografía del primer capítulo de su libro, entre Restrepo Tirado y Fray Pedro Simón, se lee un escueto: Herrera. 

Todas estas diversas formas empleadas al momento de nombrar o clasificar a los aborígenes de la región y su territorio se pueden deber, entre otras cosas, a errores de transcripción o a la dificultad de los europeos para comprender las lenguas nativas, a pesar del continuo empleo de traductores en el desarrollo de sus actividades, y llaman la atención sobre la necesidad de ahondar en el estudio etnohistórico del área para identificar y superar dificultades como la mostrada.  

¿Dónde señoreaba Melambo? 

De acuerdo a lo registrado por Rangel Pava (1947) el municipio de Guamal, Magdalena, fue fundado por José Fernando de Mier y Guerra como Nuestra señora del Carmen de Barrancas Bermeja, sobre la barranca en la que se asentaba el cacique Melambo, uno de los líderes que acudiría a perpetrar la emboscada orquestada por Alonso Xeque a los españoles en Thámara, a modo de venganza por todos los atropellos cometidos por los europeos en contra de los nativos de la región.

Las Elegías de varones ilustres de indias es el único documento de la época, conocido hasta el momento, en el que se nombra a dicho cacique, en la relación de los líderes asistentes a la emboscada antes dicha. No se encuentran en esta crónica señas o datos que permitan ubicar de manera adecuada la barranca y poder corroborar que su sitio de residencia y señorío fuera el mismo sitio donde se fundó el actual Guamal, Magdalena.

Indagando en otras fuentes se ha logrado encontrar referencias a la misma emboscada en dos libros más: las Noticias historiales de Fray Pedro Simón y las Apuntaciones historiales de Mompós. En este último libro Salzedo da una descripción y una lista de los caciques participantes en la emboscada, adaptada de la aportada por Simón:

no hubo Señor de estas riberas del río Grande que no se hallaba en la empresa siendo entre ellos el principal Mompox… acompañabánle Zuzúa y Mahmón. Allí estaban también el cacique Pentellón, Tamalameque, Tamalaizaque, Zimití, Zambre, Chingalé, Maca, Thocorí, Chocorí, el famoso Tamalaguataca, Omigala, Guamaibo, Chiquichoque, Chilloa, Menchiquejo, Talahigua, Chincagua, Tomalá, Proa, Tocalde y hasta Malambo (Salzedo, 1987, p. 29).

Este último líder, en principio, se puede asumir, es el mismo Melambo nombrado por Castellanos, sin embargo, lo descrito por Simón permite plantear la hipótesis de una errata en las Elegías, como lo veremos a continuación.  

Se puede establecer un paralelo entre las obras de los dos cronistas para identificar que hablan del mismo suceso. Se identifica, en primera instancia, la herida sufrida por Gallegos, que lo termina dejando tuerto. Hecho sobre el cual en la Parte II, Elegía IV, Canto V, de las Elegías se anota lo siguiente: 

“Allá hizo remar incontinente, 

Y con ciertos soldados salió fuera; 

Despide Juan Gallegos sus temores 

Viendo llegar tan buenos valedores. 

Y ansí, movido de mortal enojo, 

Acometió con toda la cuadrilla, 

Mas luego le clavaron el un ojo, 

De que cayó no lejos del orilla” 

(Castellanos, 1891, p. 316).

En el capítulo XXX de las Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las indias occidentales se relata este suceso así:

Llovían como granizo flechas de todas partes, una de las cuales sacó un ojo al Licenciado Gallegos, que con diez ó doce soldados de su compañía, guardaba su bergantín varado en tierra, porque no se les hiciese pedazos, cuyos costados le servían á veces de reparo y lo fue ron con ayuda de Diego Picón y sus compañeros para no salir más maltratado de lo que salió. (Simón, 1847, p. 97). 

Establecido que hablan ambos cronistas del mismo hecho, se pueden comparar ahora los listados que ambos proporcionan de los caciques participantes en él. En las Elegías se enumeran así:

“Porque se supo manifiestamente 

Que con su potestad vino Melambo, 

Que es la barranca donde de presente 

El español que pasa halla tambo, 

Y vino Pencellou, indio potente.


El gran Mompox, Tamalaísa Zambo, 

Vino Chingalae, Ciniili, Maca 

Y el gran cacique Tamalaguataca. 

Chocorí, Chiquiclioque, Talaígua,.


Los indios de Tómala, los de Proa, 

Con todos los demás que se averigua 

Haber desde estos basta Tacaloa; 

Y el que dejimos ser el estantigua 

Y causa de venir lanía canoa, 

Alonso, cierla guia de la danza 

Y ordenador de toda la matanza” 

(Castellanos, 1891, p. 316). 

Mapa 3: Ubicación aproximada de algunos poblados de “indios bravos”, décadas de 1750 y 1760. Tomado de: Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII.

En las Noticias, un poco más adelante al fragmento anteriormente citado, se anota lo siguiente:

Porque según se supo no hubo Cacique amigo ni enemigo de españoles de todas aquellas riberas que no se hallase en la guerra, pues allí se halló Molando, aquel que dijimos estaba de paz y había tenido allí los dos bergantines cuando los otros se perdieron, que no le duró mucho la amistad, allí estuvo el Cacique Pentellón, Mompós, Tamalameque, Sambo, Omigalae, Maza y otro famoso Cacique Tamalguatara, Chocorí, Chiquichoque, Talaigua, y todos los indios de Tomala, y los de Proa y los de Tocalda y otros 'muchos señores, todos con su poder, que no era poco, y aunque lo fuera de mosquitos, aun para mosquitos eran muchos enemigos y todo fué movido por el Alonso. (Simón, 1847, p. 98).

No aparece, aparentemente, Melambo ni Malambo en el fragmento de Simón, sin embargo, si se considera lo registrado en la página 64 del capítulo XIX, se puede inferir que el Molando del listado de la página 98 es el mismo Malambo:

Visto ya por la mañana el mar y río pacíficos, zafaron anclas, y sin haber los sucesos de los compañeros, se entraron en sus barcos por la boca pequeña, y fueron navegando el río arriba hasta el pueblo de Malambo, donde vararon los barcos y se dejaron éstos por no haber hallado rastro de sus compañeros… hicieron saber al Adelantado para que les enviase socorro de compañeros, ó á decir lo que habían de hacer, porque aunque este Cacique de Malambo estaba de paz y amistad, y debajo de ella ellos seguros y proveídos por sus rescates de lo que habían menester; pero como no iban á esto, ni estarse allí surtos sin pasar adelante, cada hora se les hacía un año sin ver á sus compañeros, los que se vieron en Cartagena arrojados como resaca del mar (Simón, 1847, p. 64). 

Si no se llegara a considerar suficiente esto, se puede confirmar lo expuesto con dos fragmentos en los que se habla específicamente de los dos bergantines dejados en Malambo y que son los mismos tenidos por el Molando de la lista de caciques. En la primera se encuentra:

Admitió con grandes agradecimientos el Adelantado lo uno y lo otro; y así juntó el bergantín á los otros dos, que habiendo cinco con los dos que estaban aguardando en Malambo, le parecía ser suficiente armada para el río, de quien hizo Cabo al Licenciado Juan Gallegos (Simón, 1847, p. 65).  

En la segunda referencia hecha sobre los bergantines, se puede leer: “á éstos cogieron en los bergantines y prosiguieron su navegación hasta que se juntaron con los otros dos de Malambo; que no fué de poco gusto verlos llegar á donde con tantos deseos los aguardaban tantos días hacía”. (Simón, 1847, p. 66). 

Considerando lo anterior y las distintas variantes del nombre Pocabuy antes vistas, es posible decir que Melambo era en realidad Malambo y que su señorío no era el del sitio donde se fundó Nuestra señora del Carmen de barrancas, sino que se ubicaba en el actual departamento del atlántico, como lo sugieren los relatos de Simón.

En Ordenar para controlar: Ordenamiento y control político en las llanuras del Caribe y en los Andes centrales neogranadinos, siglo XVIII Herrera (2002) ubica, como se puede ver en el Mapa 3, un pueblo de "Levantados Orejones" en zona rural del actual Guamal y da cuenta de la creación de un pueblo de "Chimilas" en Venero, corregimiento del actual San Sebastián y muy cercano a Guamal, pero no se refiere específicamente del sitio de Barrancas, a la orilla del río Magdalena. En lo que anota De Mier (1987) en los primeros dos tomos de los Poblamientos en la provincia de Santa Marta, siglo XVIII, no se encuentran datos acerca de los moradores de este sitio a la llegada de Mier y Guerra, aunque si se dice sobre Nuestra Señora del Carmen de Barrancas que "esta agregación es la misma que llamaban Guamal y que quedaba a una legua tierra adentro de la orilla del río, con nueve vecinos, en lo que se llamaba Sabana" (De Mier, 1987, p. 166). Sitio que, presumiblemente, sea la vereda Sabanas del marañón, ubicada a esa distancia del río, sobre la vía que comunica con el actual municipio de Astrea, Cesar.

Queda pendiente por establecer, entonces, qué cacique señoreaba el territorio del actual Guamal y a qué pueblo pertenecía o si en este sitio no existía un pueblo de indios previo a la llegada de los españoles, con lo cual se tendría que considerar la posibilidad de que Guamal surgiera a partir de una rochela, como muchos otros pueblos conformados por libres de todos los colores durante el siglo XVIII en la provincia de Santa Marta.

La información de las fuentes a las que se ha podido acceder no permite lanzar una hipótesis sobre esto, lo cual refuerza la necesidad señalada por Londoño (2011) de seguir ahondando en los estudios etnohistóricos e incluso arqueológicos de la zona, región que tradicionalmente ha sido reseñada en las evaluaciones arqueológicas como carente de datos.

El problema del territorio

Mapa 4: Provincia de Santa Marta, Grupos indígenas. Jurisdicciones de la villa de Tenerife y de las ciudades de Tamalameque, Valledupar y Ocaña 1578 – 1580. Tomado de: Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII.

Como se ha dicho, desde la aparición de El país de Pocabuy (Rangel, 1947) se considera a los Pocabuyes como un pueblo Chimila, lo cual se refuerza con los límites que se han descrito para el territorio de este pueblo. En Resistencia Chimila: ni aniquilados, ni vencidos se asegura que:  

el territorio donde se desarrollaron, desde antes de la ocupación por parte del imperio español, se situaba entre las estribaciones suroccidentales de la Sierra Nevada de Santa Marta, el Brazo de Mompox y la Ciénaga de Zapatosa, y entre la ribera derecha del río Magdalena al occidente, y los ríos Ariguaní y Cesar, al oriente (Rey, 2001, p. 91).

Esta información contraría la registrada en Les indiens Malibú donde Rivet (1947) nombra a los habitantes de las costas de las lagunas que bordean el Magdalena y en las  riberas de este río, desde Tamalameque a Tenerife, como Malibú o Malebú, apoyándose en lo que Antonio Rodríguez Medina registra en su Relación geográfica de San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Gobernación de Santa Marta, ya que el territorio que describen se corresponde en gran medida con el de los Chimilas descrito anteriormente.

Una cita de Castellanos hecha por Aquiles Escalante confirma parcialmente lo dicho por Rivet: “La familia lingüística Malibú, comprendía tres tribus: los Pacabuy y Sompallón, o Malibú de las lagunas; los Malibú del río Magdalena y los Mocaná en el bajo Magdalena” (Escalante, 1953, p. 48).

En el mapa 4 se muestran los grupos indígenas presentes en la Provincia de Santa Marta entre 1578 y 1580. Este permite, al igual que el mapa 1, evidenciar que los Chimilas no eran el único grupo indígena presente en todo el extenso territorio que se les atribuye y que los Pocabuyes eran un pueblo distinto a ellos. En el mapa 1 se nombran como Pacabueyes los indígenas ubicados en torno a la ciénaga de Zapatosa y en el mapa 4 se nombran como Malebués de la Laguna. De acuerdo a este mismo mapa, el territorio del actual Guamal estaría ubicado, mayoritariamente, en el de los llamados Malebués del Río, que son los mismos Sondaguas del Mapa 5.

Mapa 5: Provincias indígenas del siglo XVI. Tomado de: Datos históricos culturales sobre las tribus de la antigua Gobernación de Santa Marta.

Esta contradicción al nombrar al grupo indígena habitante de la región se puede entender a partir del trabajo: La vida material del otro lado de la frontera colonial: los pueblos Chimila en la segunda mitad del siglo XVIII en el cual Luquetta y Vidal (2014) ponen de manifiesto que se conocía como Chimila, de manera general, a los habitantes no conquistados de la provincia de Santa Marta, incluyéndose en estos, posiblemente, a diversos grupos étnicos, puesto que, ante los ojos de los españoles, todos los indígenas eran iguales. En Ordenar para controlar se refuerza esta postura al afirmarse:

Lo que se ha señalado sugiere entonces que en el siglo XVIII coexistían en el territorio “Chimila” varios grupos étnicos, que fueron clasificados indistintamente como “Chimilas” para facilitar la identificación y polarización de enemigo. Los “Chimila” de que habla la documentación no serían un grupo relativamente homogéneo, sino variados grupos étnicos, que establecieron relaciones de alianza o de conflicto a interior del Territorio “Chimila”, sobre las cuales es muy poco lo que se conoce (Herrera, 2002, p. 260).

Es posible explicar, también, este fenómeno considerando lo expuesto en Introducción a la Colombia amerindia donde Uribe Tobón asegura, hablando de los Chimila, que:

era costumbre, en el siglo XVI, designar con el calificativo de "provincia" a una región geográfica determinada, sin que tal denominación hubiera tenido un sentido administrativo y podía coincidir o no con un territorio tribal mal definido, o con un área de dispersión de una lengua aborigen particular. La denominación de "nación" aplicada por los conquistadores a aquellos pueblos nativos que creían identificar plenamente, lo mismo que el término afín de "tribu", que todavía se utiliza, se presta para numerosos problemas, debido a que la unidad lingüística, la unidad cultural y la unidad "tribal" no siempre corresponden, lo cual contribuye que se presenten estas contradicciones y genera muchas confusiones (Instituto Colombiano de Antropología, 1987, p. 49).

Rey Sinning afirma, respecto a los Chimila, que la administración de la autoridad se encontraba dispersa entre varios jefes o caciques locales, que al mismo tiempo cumplían funciones sacerdotales, apoyándose en las descripciones hechas por Pedro Castro Trespalacios: “El Cacique Upar gobernaba desde El Molino hasta Garupar… el cacique Tamalameque gobernaba la parcialidad de Panquiche, Malibú, Barbudo, Simichagua, Sempeche y Tamalaguataca” (Rey, 2001, p. 92). Estos últimos, de acuerdo a lo descrito por Rangel Pava (1947) son los pueblos de la Provincia de Pocabuy y que se ubicaban alrededor de la ciénaga de Zapatosa, la Rinconada y Chilloa. 

En La perla de América, Antonio Julián ayuda a reforzar lo planteado por Luquetta y Vidal respecto a la atribución a los Chimilas de terrenos que no les eran propios, por parte de los colonizadores, al decir:

Si hablamos del terreno que ocupan como propio los Chimilas, donde tienen sus bugios, o ranchos de paja, y sus labranzas, y platanales, es corto y reducido, como se juzga, a cuatro o seis leguas. Pero si discurrimos del campo, de sus correrías, y molestas excursiones, es casi toda la Provincia del Norte a Sur de Occidente a Oriente. Todo lo que no es habitado o no está inmediato a poblaciones, desde el río de la Magdalena hasta los pueblos del Molino y Villanueva, situado en los confines de la Provincia hacia el Oriente, y desde las inmediaciones de la ciudad de Santa Marta hasta Tamalameque, última ciudad hacia el Mediodía, suele llamarse tierra de los Chimilas. (Julián, 1787, p. 113).

Y se llamaban así todas estas tierras, sigue don Antonio:

no porque toda, ni siempre sea habitada por ellos, sino porque libre e impunemente giran, corren, y salen por ella con flechas en las manos los Chimilas para asesinar pasajeros, y hacer daño a las haciendas que encuentran, y matar a los esclavos que rodean los ganados, o trabajan en las sementeras (Julián, 1787, p. 113).  

Esta tendencia homogeneizadora de los europeos fue aplicada también a los indígenas de la Sierra Nevada, quienes fueron llamados en un tiempo todos como Taironas y posteriormente todos como Arhuacos, lo cual se ha prestado para muchas confusiones e inconsistencias y es la razón por la cual se ha considerado que los Pocabuyes eran de este grupo, sin serlo, como se verá a continuación.  

¿Chimilas o Malibués?

El mismo Antonio Julián, en la obra ya citada, distingue a los Chimilas de los Pocabuces, de esta manera: “Antes de la llegada de los españoles, estaba habitada por un mosaico de grupos… entre los cuales se destacaban los gayras, tagangas, bondas, guagiros, coyaymas, tupes, itótos, motilones, chimilas, conchas, pocabuces, alcoholados, tamalameques, cipuazas, aruacos, tayronas” (Julián, 1787, p. 103). Información que coincide, en gran medida con lo registrado en el mapa 2. 

Como ya se ha señalado, el territorio del actual Guamal está ubicado en la jurisdicción de los Malibués, no de los Chimilas. El mapa 5, incluso, diferencia las tres divisiones internas de los Malibués, registrando la Provincia (Malibú) de los Sondaguas, a lo largo de las riberas del Magdalena, a la cual pertenecería en mayor grado el territorio del actual Guamal. Los esposos Reichel-Dolmatoff confirman esta teoría, al anotar que:

En el siglo XVI, a la llegada de los españoles, estaba establecido en parte de la Depresión Momposina y en las riberas del Magdalena, el grupo étnico Malibú que tenía un patrón de poblamiento lineal sobre los barrancos que bordean los cursos de los ríos, en viviendas dispersas y caseríos ribereños. A orillas del Magdalena establecieron poblaciones de alguna importancia como Mompós, Tamalameque y el mercado de Zambrano. (Reichel-Dolmatoff, 1991, p. 98).

En una de las pocas prospecciones arqueológicas realizadas en el municipio de Guamal se hace la siguiente acotación, que refuerza lo antes mencionado:

Como se ha anotado por parte de investigadores del Bajo Magdalena y de la Depresión Momposina para los períodos tardíos, las evidencias arqueológicas y entre ellas la cerámica va a permitir, sumadas a las fuentes etnohistóricas, identificar paulatinamente parte de los territorios de la subregión Momposina como propios a los grupos Malibués, así la cerámica con su tipología es un indicador de localidades y de actividades. Los que han cotejado tipos cerámicos de diversos sitios de la depresión han mostrado su pertenencia a los Malibués. (Cifuentes, 2019, 28) .

Mapa 6: Grupos indígenas de la gobernación de Santa Marta: 1742 – 1787. Tomado de: Ooyoriyasa, Cosmología e interpretación onírica entre los Ette del norte de Colombia.

Se puede traer a colación, mostrando contradicción con ello, lo registrado por Reichel-Dolmatoff (1951) en su Etnografía Chimila respecto a los límites territoriales de este grupo:

El territorio en el cual habitan actualmente los últimos grupos de los Chimila es, a grandes rasgos, el mismo en el cual se encontró la tribu en la época de su descubrimiento. El terreno tiene sus límites naturales: por el Oeste y el Sur, encerrado por la gran curva que forma el bajo Magdalena, por el Este el río Cesar, por el Norte la Sierra Nevada (p. 98). 

Esta aparente contradicción queda zanjada con otra cita de Arqueología del Bajo Magdalena. Estudio de la cerámica de Zambrano: 

Hacia 1560 quedaban unos pocos Malibués pues fueron diezmados por las epidemias de sarampión y viruela; además porque fueron obligados por los españoles a abandonar sus cultivos y familias para trabajar como bogas en el río Magdalena. La carencia de alimentos y los malos tratos aniquiló muy pronto la población nativa. (Reichel-Dolmatoff, 1991, p. 20). 

Queda en evidencia, de esta forma, que Chimilas y Malibués coincidieron cronológicamente durante un tiempo, hasta la desaparición de estos últimos.

En el mapa 6, que muestra los grupos indígenas presentes en la Provincia de Santa Marta en 1725, es notorio que ya no aparecen relacionados los Malibués ni se asocia un grupo en particular al territorio que estos ocuparon dos siglos antes, por lo cual, es comprensible, que los aborígenes existentes en esta zona fueran llamados Chimilas, dado el uso indiscriminado de este nombre, que ya se referenció. Se colige, de lo anteriormente expuesto, que los Pocabuyes fueron un pueblo Malibú, distinto al Chimila, que les sobrevivió, pero se asocian con estos últimos debido a la ocupación, en tiempos distintos, de gran parte del mismo territorio y la gran fama de guerreros bravíos indomables de la que han gozado. Todo esto sumado a las amplias referencias bibliográficas trascendentes que ubican a los Chimilas en esta comarca, tales como: El país de Pocabuy y la Historia doble de la Costa: Mompox y Loba; sin embargo, es sumamente necesario revisar esta verdad tradicionalmente aceptada e instituida. 

Conclusiones 

La utilización del nombre Pocabuy hecha por Rangel se puede respaldar en la obra de Herrera, que data de 1730 y se debe tener en consideración que existen, al menos cuatro variantes más del nombre halladas en documentos de cronistas. 

El cacique Melambo es en realidad el cacique Malambo y señoreaba en terrenos del actual municipio homónimo en el departamento del Atlántico, no en el actual Guamal, Magdalena.

No todos los terrenos atribuidos a los Chimilas les pertenecían realmente y les eran atribuidos por los españoles debido a que para ellos todos los indígenas eran iguales. 

Los Pocabuyes fueron un pueblo Malibú, no Chimila. Se les asocia con estos debido a la ocupación, en tiempos distintos, de gran parte del mismo territorio y la constante replica de lo registrado por Rangel en El país de Pocabuy. 

Referencias  

  • Aguado, P. d. (1916) Historia de Santa Marta y Nuevo reino de Granada - Tomo 1. Tip. de Jaime Ratés. 
  • Castellanos, J. d. (1847). Elegías de varones ilustres de indias. Imp. de la Publicidad a cargo de M. Rivadeneira. 
  • Castro Trespalacios, P. (2000). Culturas aborígenes cesarenses e independencia de Valledupar. Imprenta nacional. 
  • Cifuentes, A. (2019). Monitoreo arqueológico para los cruces de los caños del sector brazo Mompós y sector caño violo departamentos del Magdalena y Bolívar. Cumplimiento del plan de manejo arqueológico de la autorización de intervención arqueológica No. 2271: informe final. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. 
  • De - Mier, J. M. (1987). Historia de Colombia según sus protagonistas. Siglo XVIII. Poblamientos en la Provincia de Santa Marta. Libreros colombianos Ltda. 
  • Escalante, A. (1963). Mocaná, Prehistoria y conquista del departamento del Atlántico.  Universidad del Atlántico, Instituto de investigación etnológica. 
  • Fernández, G. (1855). Historia general y natural de las indias: Islas y tierra firme del mar océano. Imprenta de la real academia de la historia. 
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