Todo
creador siente la necesidad de subscribirse a una tradición, la cual brinda un
sustento y legitimidad a sus creaciones y, a veces, criaturas. Particularmente,
me he adherido a lo que me es más próximo, para darle su justo valor y
contribuir a ubicarle donde merece y le corresponde. Bien decía Antonio
Machado: "Describe bien a tu aldea y
serás universal" ¿Por qué, entonces, pretender hacerse universal con
temas, paisajes, personajes y situaciones extranjeras? Ese proceso de
inscripción a una tradición, yo lo he hecho partiendo de las canciones
populares y la música folclórica, principalmente del Gran Caribe. Si, las
canciones populares, primordialmente de las pertenecientes al universo musical
que llamamos comercialmente Vallenato y que engloba, regularmente, además de
los consabidos: Paseo, son, puya y merengue, paseboles, porros, paseaitos,
cumbias, baladas, boleros, charangas, gaitas, tangos, entre otros, además de
fusiones de diversa índole, ajustadas a sus aires canónicos, como es el caso de
Luis Enrique Martínez, quizás el más
vallenato de todos los músicos de la región compuso e interpretó ritmos como
chandé y cumbias, Alejo y Nafer Duran incluyeron en su repertorio además de los
dos anteriores, porros y tamboras; Colacho Mendoza grabó rumbón y guaracha;
Juancho Polo Valencia compuso lo que llamó guarachitas como el célebre “Sí, sí,
sí” para hablar solo de los más representativos en el antiguo Magdalena Grande[5].
Las canciones tradicionalmente, se han tenido como un género menor de poesía y
eso, en el caso en el que se les llega a considerar poesía. Esto, seguramente
porque suelen carecer de rebuscamientos, retorcimientos, más bien, en las
metáforas empleadas y de enrevesadas sintaxis entre otras complejidades técnico
- académicas que dificultan que su lenguaje pueda ser catalogado, sin muchos
reparos, como poético de acuerdo al estado alcanzado por la poética moderna olvidando
el origen pleno que tiene la poesía, la literatura toda de las lenguas modernas
Europeas y Americanas, en los cantos del medio evo y sus dos vertientes:
juglaresco (trovas) y clerical (oraciones). El mester de juglaría, entonces, nace cantando; y orando nace
el de clerecía [6]. En el caso
particular colombiano, como bien lo sostiene Alonso Sánchez Baute: Musicalmente, los juglares nos dejaron la
literatura de la que carecieron nuestros pueblos campesinos [7], haciendo referencia a los pioneros de la música vallenata, pero
bien puede y debe decirse esto mismo de todos los cultores de las músicas del
continente, desde el delta del Misisipi hasta La Patagonia, quienes se han
encargado de contarnos nuestra historia al margen de las versiones oficiales,
ayudándonos a conservar, en mayor o menor grado, la memoria de lo que fuimos y
el testimonio de lo que hemos llegado a ser, para bien o para mal.
Nuestra
poesía nació en la juglaría, en las crónicas cantadas que versaban desde los
asedios de amor o los amores despechados hasta las dolorosas muertes de seres
queridos, pasando por las anécdotas picarescas de robos memorables o riñas
entre individuos o familias enteras y sin embargo, se ha alejado del relato, de
la historia, de la cotidianidad del lenguaje que ayudó a crear, enclaustrándose
en un reino de florituras que, generalmente, es difícil de comprender, también
de sentir, que es lo mínimo que se le puede pedir a un poema. La interpretación
del mismo es accesoria, secundaria. En esta característica de crónicas cantadas,
muchas canciones populares están hermanadas con la poesía juglaresca del
medioevo, dando razón de todos los sucesos acaecidos en las localidades de
nuestras regiones. La estructura, incluso, de estas canciones: Estrofa, Coro, Estribillo, es tomada de los
poemas del Romancero [8] que fueron traídos por los conquistadores, además
de muchos de los instrumentos que hoy día definen y conforman el corpus de los
conjuntos de nuestras músicas tradicionales.
5 Abel Medina Sierra, Eso no es vallenato: Los géneros
legítimos y espurios de nuestra música, Articulo: Escritos musicales: http://www.musicalafrolatino.com/pagina_nueva_22aq.htm
6 Juan Gossain, Daniel Samper, El mester de juglaría
colombiano: Discurso de aceptación de ingreso a la Academia Colombiana de la
Lengua, 2004.
7 Rosendo Romero, Critica a Félix Carrillo Hinojosa: http://portalvallenato.files.wordpress.com/2012/01/crc3adtica-a-fc3a9lix-carrillo-hinojosa.pdf
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