martes, 3 de septiembre de 2013

EL CANTO COMO TRADICIÓN LITERARIA


Todo creador siente la necesidad de subscribirse a una tradición, la cual brinda un sustento y legitimidad a sus creaciones y, a veces, criaturas. Particularmente, me he adherido a lo que me es más próximo, para darle su justo valor y contribuir a ubicarle donde merece y le corresponde. Bien decía Antonio Machado: "Describe bien a tu aldea y serás universal" ¿Por qué, entonces, pretender hacerse universal con temas, paisajes, personajes y situaciones extranjeras? Ese proceso de inscripción a una tradición, yo lo he hecho partiendo de las canciones populares y la música folclórica, principalmente del Gran Caribe. Si, las canciones populares, primordialmente de las pertenecientes al universo musical que llamamos comercialmente Vallenato y que engloba, regularmente, además de los consabidos: Paseo, son, puya y merengue, paseboles, porros, paseaitos, cumbias, baladas, boleros, charangas, gaitas, tangos, entre otros, además de fusiones de diversa índole, ajustadas a sus aires canónicos, como es el caso de Luis Enrique Martínez, quizás el más vallenato de todos los músicos de la región compuso e interpretó ritmos como chandé y cumbias, Alejo y Nafer Duran incluyeron en su repertorio además de los dos anteriores, porros y tamboras; Colacho Mendoza grabó rumbón y guaracha; Juancho Polo Valencia compuso lo que llamó guarachitas como el célebre “Sí, sí, sí” para hablar solo de los más representativos en el antiguo Magdalena Grande[5]. Las canciones tradicionalmente, se han tenido como un género menor de poesía y eso, en el caso en el que se les llega a considerar poesía. Esto, seguramente porque suelen carecer de rebuscamientos, retorcimientos, más bien, en las metáforas empleadas y de enrevesadas sintaxis entre otras complejidades técnico - académicas que dificultan que su lenguaje pueda ser catalogado, sin muchos reparos, como poético de acuerdo al estado alcanzado por la poética moderna olvidando el origen pleno que tiene la poesía, la literatura toda de las lenguas modernas Europeas y Americanas, en los cantos del medio evo y sus dos vertientes: juglaresco (trovas) y clerical (oraciones). El mester de juglaría, entonces, nace cantando; y orando nace el de clerecía [6].  En el caso particular colombiano, como bien lo sostiene Alonso Sánchez Baute: Musicalmente, los juglares nos dejaron la literatura de la que carecieron nuestros pueblos campesinos [7], haciendo referencia a los pioneros de la música vallenata, pero bien puede y debe decirse esto mismo de todos los cultores de las músicas del continente, desde el delta del Misisipi hasta La Patagonia, quienes se han encargado de contarnos nuestra historia al margen de las versiones oficiales, ayudándonos a conservar, en mayor o menor grado, la memoria de lo que fuimos y el testimonio de lo que hemos llegado a ser, para bien o para mal.

Nuestra poesía nació en la juglaría, en las crónicas cantadas que versaban desde los asedios de amor o los amores despechados hasta las dolorosas muertes de seres queridos, pasando por las anécdotas picarescas de robos memorables o riñas entre individuos o familias enteras y sin embargo, se ha alejado del relato, de la historia, de la cotidianidad del lenguaje que ayudó a crear, enclaustrándose en un reino de florituras que, generalmente, es difícil de comprender, también de sentir, que es lo mínimo que se le puede pedir a un poema. La interpretación del mismo es accesoria, secundaria. En esta característica de crónicas cantadas, muchas canciones populares están hermanadas con la poesía juglaresca del medioevo, dando razón de todos los sucesos acaecidos en las localidades de nuestras regiones. La estructura, incluso, de estas canciones: Estrofa, Coro, Estribillo, es tomada de los poemas del Romancero [8] que fueron traídos por los conquistadores, además de muchos de los instrumentos que hoy día definen y conforman el corpus de los conjuntos de nuestras músicas tradicionales.


5 Abel Medina Sierra, Eso no es vallenato: Los géneros legítimos y espurios de nuestra música, Articulo: Escritos musicales: http://www.musicalafrolatino.com/pagina_nueva_22aq.htm
6 Juan Gossain, Daniel Samper, El mester de juglaría colombiano: Discurso de aceptación de ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua, 2004.

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